LAS ASESINAS
ASESINAS
EN SERIE EN EL SIGLO XIX
Creo
que ya he comentado que soy escritor novel. Incluso lo de novel parece
demasiado pretencioso cuando hablamos de mi propio trabajo. Pero, a vista de la
novela que he escrito y (dependiendo del cuerpo de las letras y del formato)
habida cuenta de los numerosos capítulos, mi libro tiene una extensión de al
menos quinientas sesenta páginas. Entonces, cuando comparamos mi trabajo con el
de vendedoras de Best Sellers, denominadas “Princesas del pueblo”, debo decir
que mi trabajo, sea cual sea su calidad final, es el fruto de años de
investigación, de días sin dormir, de viajes a los lugares que aparecen
descritos en el libro y sobre todo de horas y horas robadas a mi propia familia
para dedicarlas al libro que en breve dejaré para la posteridad.
Y
dicho esto (¡Caray, no tenía que haber dicho esto!), dejadme que os cuente una
pequeña anécdota. Para contar una historia, como esta, basada en hechos reales,
la documentación con los datos auténticos, la realidad social de la época y los
personajes del momento, son importantísimos para dar un toque verdaderamente
incontrastable al relato. Por otra parte, en una historia como esta, con una
cantidad y una variedad importante de actores secundarios, pensé que, a cada
personaje, había que darle una personalidad y una descripción muy definida. Y
voy al tema de hoy.
Resulta
que, cuando empecé a escribir la historia de Manuel Blanco Romasanta, la idea
que tenía en mente, y que no tenía rubor en contar a cualquiera que quisiera
oírla, era que el hombre lobo gallego era el primer asesino en serie de la
historia. Tengo que confesar que los primeros archivos documentales que busqué
sobre el Hombre Lobo de Allariz, los encontré entre los podcast del programa de
Milenio 3 y los videos del magazín televisivo Cuarto Milenio. Así que si, en su
día, decía con total convencimiento, que Romasnta era el primer asesino en
serie de la historia, podía confirmarlo sin temor a equivocarme porque lo había
dicho Iker Jimenez en alguno de sus programas.
Hoy
en día ya no estoy tan seguro de ello.
Y
tampoco es que sea ahora mismo tan importante.
Volvamos
pues a los personajes. Uno de ellos, un párroco que tiene cierta influencia en
la vida de este asesino y en cómo Romasanta es acogido en la localidad
ourensana de Rebordechao, es (según mi interpretación) un fanático de la novela
negra de la época. Naturalmente, en aquel tiempo faltaban muchos años para que
se comenzaran a publicar las novelas de Raymond Chandler y sobre todo los
cómics de Rip Kirby del genial Alex Raymond así que el buen párroco, lo que le
gustaban eran los pasquines, las revistillas y los pliegos de cordel que los
jóvenes seminaristas de Ourense le traían sabedores de su extraña y obsesiva
afición. Y me sigo enrollando.
Es
así como este personaje cuenta a Romasanta las historias macabras de los
primeros (estos sí) asesinos en serie de la historia.
En
esta semana he tenido que buscar información sobre algunos de ellos para dar
cuerpo y veracidad a mi relato. Y lo que he encontrado me ha helado la sangre.
Se trata de dos casos de asesinas en serie, contemporáneas del propio Romasanta
y de las cuales, reconozco no haber oído jamás hablar.
La
primera de ellas es Helène Jegado. La deseché inmediatamente porque no cuadraba
en el relato, debido a las fechas de la causa. Helène fue una criminal que mató
por envenenamiento a no menos de unas treinta y seis personas y es declarada
por Jean Teulé como la mayor asesina en serie de la historia. Incluso en
Francia, durante un tiempo, los padres amenazaban con llamar a “La Jégado” si
los niños no se comían la sopa. Para los que sepáis francés, la historia de la
muchachita, la podéis encontrar en;
Una
vez desechada la historia de la asesina francesa, debía buscar un referente
criminal que pudiera encajar (por las fechas) en la historia de Manuel Blanco
Romasanta. Debo reconocer que la tarea no fue ni mucho menos complicada. Podía
elegir entre al menos tres personajes, pero la asesina por la cual me decanté
(si, otra mujer) fue por la “dulce” Gesche Gottfried.
Esta
historia no es tan diferente de la de Helène. Resulta que la aparentemente
buena, dulce y amable Gesche Gottfried envenenaba a sus víctimas con pequeñas
porciones de arsénico. Cuando los desgraciados consumidores del veneno
enfermaban, la supuestamente atenta y bondadosa Gesche, se ofrecía a cuidarlos,
aprovechando para emponzoñarles hasta darles muerte.
La
mujer mató a unas quince personas incluyendo a sus padres, a su hermano mellizo
y a tres de sus hijos. Os animo a leer la novela para saber más de este oscuro
personaje.
Para
concluir. Siempre pensé que Romasanta era el primer asesino en serie de la
historia. También estaba seguro que era el protagonista del primer juicio por
licantropía y que había sido, hasta el momento el hombre que más personas había
matado.
Hoy
sé que estoy equivocado. Romasanta no fue el primer serial killer conocido y
documentado, aunque esto tampoco es tan importante ya. Si Iker me dio esta
información (que no lo creo) aun seguiré estando agradecido por todo lo que me
ha enseñado a través de tantos años. Y si la información me la inventé yo, os
pido perdón por mi osadía y por mi vanidad. Al fin y al cabo, quería contar una
historia impactante y la de Romasanta lo es, independientemente de los
criminales que le precedieron y todos aquellos que le sucedieron desde entonces
hasta nuestros días.
Hasta
la semana que viene.
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